Detroit (EE.UU.), 1 ago (EFE).- Jeep, todo un icono del automóvil en EE.UU., donde comenzó su andadura hace 75 años, ha logrado construir una leyenda muy especial en Latinoamérica con miles de devotos a este todoterreno que han acuñado incluso un nombre muy particular: "jeeperos".
En una entrevista con Efe en Detroit (EE.UU.), el director ejecutivo de Jeep, Mike Manley, reconoció el atractivo que la marca tiene en América Latina, así como en otras regiones del mundo, porque representa "ese espíritu de aventura, de crear recuerdos, de las posibilidades que la vida ofrece".
Manley también señaló que "la marca todavía no ha alcanzado todo su potencial" en la región. "Sigue habiendo oportunidades para nosotros", añadió.
Algo en lo que los "jeeperos" (pronunciado "yiperos") suramericanos están de acuerdo, especialmente ahora que Jeep ha vuelto a producir en la región con la apertura el año pasado de la planta de Pernambuco (Brasil).
No es la primera vez que Jeep se fabrica en Latinoamérica. Tras la Segunda Guerra Mundial, varios países latinoamericanos produjeron localmente bajo licencia los Jeep, dando origen a una lealtad por la marca que se mantiene hasta hoy.
Argentina fue uno de los países donde primero llegaron los Jeep de la mano del Ejército argentino, poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Y en 1956, Industrias Kaiser empezó a producir Jeep bajo licencia.
Enrique Davidsohn, director general y fundador del Club Jeep en Argentina, confesó en una entrevista con Efe que no sabe exactamente por qué le gusta tanto Jeep.
"Es lo mismo de cómo surge el gusto por una mujer, porque te gusta. O por un equipo de fútbol. O por un país", comentó entre sonrisas.
"Tengo Jeep desde el año 1962. Y después con los años fui teniendo los modelos más modernos que han venido. Los he tenido 8-10 años y después los he cambiado por gusto, porque en realidad nunca tuve problemas con la marca Jeep", explicó.
En la actualidad, Davidshon cuenta con dos Jeep: un Wrangler 2010 "que se utiliza para las travesías que hacemos con el club" y un Cherokee "para pasear con la familia".
"Es un vehículo fuerte, es un vehículo que significa la aventura y la libertad", declaró.
"Para nosotros, los jeeperos como decimos, es la aventura, el andar libre, el poder exigir mucho a un auto y que no se rompa. Y no tener que cuidarlo tanto como un coche más ciudadano", concluyó.
Davidsohn recuerda una anécdota que se produjo en la localidad brasileña de Manaos, en el corazón del Amazonas.
"Tuvimos que navegar sobre unas barcazas, en el Amazonas. La barcaza encalla, y al capitán del barco, lo único que se le ocurrió fue decir que tiremos los autos al río, para que el barco suba", contó.
"Nos tuvimos que pelear el grupo con toda la tripulación, para que no nos tiren los autos al agua", dijo con una sonrisa.
Para Mauricio Novelli Júnior, vicepresidente del Jeep Clube do Brasil, fundado en 1981 por Nelson Almeida, "la marca Jeep en Brasil está muy relacionada con la aventura".
Como en Argentina, Brasil empezó a producir Jeep después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1954.
"A la gente le gusta el Jeep todoterreno, en viajes, en expediciones, en todo lo que implica a la naturaleza. El Jeep para mi familia, por lo menos, es una forma de vida. Tenemos nuestro propio estilo de vida", continuó Novelli.
"Mi hija, de 7 años, es tan apasionada de Jeep que no me deja venderlo. Puedo vender cualquier coche de la familia menos el Jeep. Cuando salimos a las pistas todoterreno ellas es la primera que está levantada", añadió.
Leo Moreira, instructor del Jeep Clube do Brasil, explicó a Efe la importancia de la tracción total en el país.
"Cerca del 90 % de las carreteras en Brasil son de tierra. Vivimos en un país de proporciones continentales, así que tenemos todo tipo de temperatura y todo tipo de terrenos. La necesidad de saber cómo conducir un vehículo 4x4 es muy grande y las empresas están buscando profesionales con esta calificación", declaró.
A diferencia de Argentina y Brasil, donde los primeros Jeep llegaron de la mano del Ejército, en Colombia los primeros Jeep fueron adquiridos en 1946 por los cafeteros que vieron en el todoterreno el perfecto sustituto de la mula de carga.
Hace dos años, Jorge Luis Trujillo Mejía consiguió cumplir su sueño, como él mismo reconoció a Efe, y adquirir su primer Jeep Cherokee.
"Para mí la marca es aspiracional. Quería tenerla desde hacía mucho tiempo que venía teniendo camperos diferentes, hasta que llegó la camioneta que me gustaba y pude comprar una Jeep", dijo a Efe.
Trujillo explicó que "SUV o camperos pueden haber bastantes, pero lograr lo que esta marca logra aquí, lograr que la gente se comprometa con la marca, lograr que la gente quiera manejar el carro un día entero no es fácil".
"Son 75 años de historia, todo el mundo sabe lo que hizo Jeep en la historia. Te encuentras modelos similares y aunque éste pueda tener un costo superior, lo vas a preferir sobre los demás", agregó el aficionado colombiano. EFE